Creo que lo más importante a la hora de escribir una crítica es la sinceridad, y por eso voy a empezar mi comentario sobre ‘El despertar de la fuerza’ reconociendo que ni soy fan de ‘Star Wars’, ni me sé al dedillo las relaciones entre los personajes, ni por supuesto lo que ocurre en cada uno de los episodios anteriores. Mi background se limita a lo que he ido incorporando durante años a base de fragmentos en televisión, campañas de publicidad, parodias, juguetes y videojuegos que han caído en mis manos. De hecho, si no fuera porque me lo propusieron, ni siquiera habría ido a ver este séptimo capítulo, que ya es la película con más ingresos de la historia del cine (pero no la más taquillera).
Por todo ello, mi mayor miedo era que se me escaparan muchos detalles de ‘El despertar de la fuerza’; pero si estáis como yo, sabed que no hay nada que temer. La película se entiende por sí sola y tendría sentido incluso aunque no existieran las anteriores. Esto se explica porque, queramos o no, ‘Star Wars’ ya forma parte de la cultura popular de los últimos treinta años, pero también porque J.J. Abrams no ha querido dejar a nadie fuera de juego. Los subrayados en el guión son constantes, así como las referencias a escenarios, diálogos y objetos que tuvieron importancia en el pasado y que cualquier espectador con un mínimo de cultura cinéfila podrá descifrar. Hay, por tanto, una exaltación de la nostalgia que puede saturar a los más freaks pero que dará gustirrinín a los treintañeros (o cuarentones) que en su día fliparon con el Halcón Milenario y la Estrella de la Muerte.
Críticas a Star Wars
De todas formas, la nostalgia de ‘El despertar de la fuerza’ dista mucho de ser melancólica. Es una nostalgia festiva y liviana que le quita trascendencia a los momentos más épicos de la historia, como la previsible muerte de Han Solo (Harrison Ford). Tengo que decir que hasta la aparición del ejército republicano, que es cuando la cosa se pone seria, se me hizo cansino tanto chistecito; creo que habría sido mejor dosificar un poco el humor para que la película no perdiera altura. Además, la presencia del simpático BB-8 ya era suficiente para rebajar tensiones en mitad de la tormenta.
La Fuerza de Rey
Por otra parte, si de algo puede presumir ‘El despertar de la fuerza’ es de contar con una muy buena protagonista. La casi debutante Daisy Ridley es una Rey perfecta, apta para el combate, valiente, que no cae en los tópicos de la chica masculinizada ni va a remolque de otros personajes. Rey es un torbellino que nunca se detiene y que profesa la admiración justa por las viejas glorias. Se le echa en cara que adquiera la Fuerza tan rápidamente cuando a otros les costó sangre, sudor y películas; pero se intuye que podría haber una justificación para esa gran velocidad de aprendizaje, una explicación que podría darse en el episodio octavo, cuyo estreno está previsto para la primavera de 2017. Menos justificable es el pronto dominio del sable láser y de la artillería del Halcón Milenario por parte de un simple soldado de asalto como Finn (John Boyega).
Otro punto a favor de la película, y sé que aquí voy en contra de la mayoría de fans, es Kylo Ren. El hijo de Solo y Leia, nieto de Darth Vader, está diseñado como un joven con una pasión enfermiza por su abuelo, al que adora todos los días de su vida. Creo que el actor que hace de Kylo (Adam Driver) está francamente bien, y que da igual que no tenga defectos físicos para llevar la máscara, porque su obsesión por parecerse a Vader ya es una justificación más que válida. Además, que tenga que lidiar contra miembros de su propia orden que cuestionan su autoridad, incrementa la sensación de empatía hacia el personaje (por muy cruel que se comporte contra Han Solo). Lo dicho, a mí me convenció mucho más que Snoke, el líder de la Primera Orden, cuyo origen y verdadero poder son un misterio.
En cuanto a la resolución: todo el tramo final tiene ritmo y emoción, batallas espectaculares entre los ejércitos y sus respectivos líderes, y un epílogo que, a diferencia de la muerte de Solo, sí tiene la épica que merece el (re)encuentro entre Luke Skywalker (Mark Hamill) y la joven Rey [por cierto: yo he estado en la Skellig Michael y sé que el verdadero motivo de que Luke se quedara allí es que no hay huevos a bajar por una escalerita húmeda sin barandilla, con viento y bordeando los acantilados]. Ese final no impide que haya un empacho de nostalgia, con varias apariciones metidas con calzador: C-3PO con su tontuna marca de la casa, R2D2 despertando de manera forzada y la princesa Leia haciendo que Solo parezca un chaval a su lado (no por el físico de Carrie Fisher, sino por lo poco que pinta ya en la Resistencia). Aún así, para un espectador neutral, la película es más que disfrutable y deja suculentos interrogantes para que el próximo episodio de ‘Star Wars’ vuelva a reventar las taquillas de toda la galaxia.
Título original: ‘Star Wars: Episode VII – The Force Awakens’. Dirección: J.J. Abrams. Guión: Lawrence Kasdan, J.J. Abrams y Michael Arndt, basado en los personajes de George Lucas. Reparto: Harrison Ford, Mark Hamill, Carrie Fisher, Adam Driver, Daisy Ridley, John Boyega, Oscar Isaac. Duración: 135 minutos. País: Estados Unidos.
Publicado por: El Criticón.es